El rey David, un hombre para quien la tensión no era algo extraño, se dio cuenta de que en la fortaleza de Dios, te puedes levantar y sostener en vez de caer, aun en medio de las situaciones de mayor presión.
En la fortaleza de Dios él se levantó... y también tú puedes.
En la fortaleza de Dios él se levantó... y también tú puedes.
"Danos socorro contra el adversario, porque vana es la ayuda del hombre. En Dios haremos proezas, y él hollará a nuestros enemigos." (Salmos 108:12-13)
Wilkinson, B. (2009).Biblia Tu andar Diario (Quinta edición). Editorial Unilit.
Reina Valera 1960
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