No orar revela que hay pecado de orgullo. Es decirle a Dios con nuestra actitud que no le necesitamos. Pero recordemos que: “…Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes” (1ª de Pedro 5:5). Nosotros que decimos que somos de Cristo y que Él vive en nuestro corazón no debiéramos tener esta actitud.
No orar revela también que hay pecado de pereza. “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en Espíritu, sirviendo al Señor” (Romanos 12:11). Cuando te has propuesto orar por la mañana cuando oigas el despertador sin más ni más levántate sobre tus pies, pues el Señor te espera.
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno (Efesios 5:14-16).
No orar revela que Dios no tiene prioridad en nuestra vida. Que no le amamos. ¿Cuál es el primer mandamiento? Deuteronomio 6:5 tiene la respuesta: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. El Señor Jesús dice: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama…” (Juan 14:21). ¿Cuándo, cuánto, y con qué actitud se busca al ser amado? ¿Cuándo, cuánto y con qué actitud buscas a Dios? Tu respuesta dice la medida de tu amor hacia Él.
El autor de Cantares escribió la manera en que la esposa busca al esposo: “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé. Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma; lo busqué y no lo hallé. Me hallaron los guardas que rodean la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? Apenas hube pasado de ellos un poco, hallé luego al que ama mi alma; Lo así, y no le dejé.” (Cantares 3:1-4). ¿Así tomamos a Dios y no le dejamos? La recompensa de buscarle en oración excede lo que con palabras podemos describir…
El autor de Cantares escribió la manera en que la esposa busca al esposo: “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé. Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma; lo busqué y no lo hallé. Me hallaron los guardas que rodean la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? Apenas hube pasado de ellos un poco, hallé luego al que ama mi alma; Lo así, y no le dejé.” (Cantares 3:1-4). ¿Así tomamos a Dios y no le dejamos? La recompensa de buscarle en oración excede lo que con palabras podemos describir…
Amaro, M. Z. (25 de Octubre de 2010).Porque le amamos. Vida Plena
Reina Valera 1960
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