La satisfacción en última instancia no viene de las buenas cosas de la vida, sino del Dador de la vida, de aquel a quien debemos temer, honrar y obedecer.
"Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad" (Eclesiastés 1:2)
El autor de Eclesiastés disfrutó de poder, riquezas y acceso a todos los menesteres y placeres de la vida. Después de experimentar plenamente la vida "debajo del sol", declara que todo es vano y poco satisfactorio.
"Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu" (Eclesiastés 1:17)Sólo por el hecho de que él vive "por encima del sol", con un ojo hacia Dios, la vida cobra significado y satisfacción.
Wilkinson, B. (2009). Biblia Tu andar Diario (Quinta edición). Editorial Unilit.
Reina Valera 1960Arte Para Jesús
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